Si empezás bien la mañana, ya tenés la mitad del trabajo hecho.
Para quienes se despiertan de un salto, como yo, es más fácil pero siempre se puede aprovechar mejor la mañana. Y para quienes les cueste un poco más empezar con buena cara, siempre se puede hacer algo para remediar la situación.
Sacá el cuaderno y la lapicera y probá alguna de estas 3 técnicas:
1. El ejercicio de los 5 minutos
Respondé cada mañana:
- Agradezco…: 1. 2. 3.
- ¿Qué sería genial que pase hoy…? 1. 2. 3.
- Afirmaciones diarias: 1. 2. 3.
Y a la noche:
- 3 cosas geniales que pasaron hoy: 1. 2. 3.
- ¿Qué hubiera hecho de hoy un día mejor? 1. 2. 3.
Dura menos de 5 minutos y ayuda a lidiar con la ansiedad. Te ancla en el presente y encarrila a tu mente a que se concentre en lo que ya tenés, en vez de lo que te falta. (Este ejercicio es de Tim Ferris.)
2. Las páginas de la mañana
Cuaderno, lapicera, 15 minutos y pum, largate a escribir. 3 carillas sin parar y que salga lo que salga. El objetivo de este ejercicio (del libro El camino del artista de Julie Cameron) es atrapar tus pensamientos en la hoja así no te molestan el resto del día (¡callen a esas voces boicoteadoras!).
El proceso importa más que el producto. No lo dudes: todo lo que salga va a ser terrible, pero mejor en papel que en tu mente, ¿no?
3. 1 día, 10 ideas
Apenas te despiertes, anotá 10 ideas que se te vengan a la mente. No importa si son buenas o malas. Lo importante es desarrollar lo que James Altucher llama el “músculo de las ideas” y aprender a confiar en tu propia creatividad. (Ampliá tu concepto de lo que creés que es posible.)
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En los 3 ejemplos, lo más importante es hacer los ejercicios más que los resultados. Vas a ir entrenando a tu mente a prestarle atención a lo que te hace bien, en vez de dejar que ande suelta y se quede atrapada en loops negativos.
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