¿Cómo mantengo una actitud positiva en un ambiente negativo? En mi trabajo la paso mal. Mis compañeros siempre se critican o se están quejando todo el tiempo.
Uf, ¡cómo te entiendo!
Es verdad que el primer paso para encontrar la magia depende de nosotros. Pero vivimos en un mundo repleto de otras personas, entonces… ¿Cómo podemos sostener esa actitud positiva si nuestro entorno se empeña en fomentar la comparación, la crítica y la negatividad?
No todo el mundo quiere encontrar la magia. Muchos prefieren quedarse con la negatividad porque es lo que conocen y porque les queda cómodo. Nosotros en cambio no queremos que nos contagien. Sabemos que lo que vale la pena —la conexión verdadera, el coraje, la vulnerabilidad— no está ahí.
Tengo 3 consejos para darte:
1. Decile a tus compañeros lo que te pasa
Planteales la idea de hablar de temas diferentes, de no criticar tanto, de ser más directos y honestos unos con otros.
Elegí con criterio a quién le vas hablar sobre lo que sentís. Hay ciertas personas que hacen esto por deporte y que nada de lo que digas los va a cambiar, asíque no te expongas a ellos. En vez, buscá a las personas con quienes tengas más de confianza y que puedan reflexionar acerca de lo que les digas.
Hace poco me pasó a mí. Uno de mis compañeros se quejaba de todos los clientes que entraban al negocio, miraban y se iban sin comprar. Llegó un momento donde no aguanté más.
—Si seguís quejándote, nadie va a comprar nada. Hagamos una apuesta— le dije. Mi primer intento fue distraerlo y atraparlo en un juego para que no se diera cuenta de lo que estaba haciendo. —No te quejás y vemos si alguien compra.
Por suerte y de casualidad, la próxima pareja que entró compró, pero mi compañero no tardó mucho en a caer en su espiral de vuelta. Respiré hondo y le dije:
—Por favor, ¿podés no criticar? Me hace mal.
—¿Te hace mal?— se sorprendió—. Digo estas cosas para tener algo de qué charlar.
—Si vamos a hablar de este tipo de cosas, entonces prefiero no hablar.
—No puedo creer que te haga mal. Sos frágil, eh.
Me quedé sin palabras y rumié su respuesta durante un tiempo. Media hora después, me acerqué y le dije:
—No, no es de frágil. Es que si no vamos a hablar de algo constructivo, entonces prefiero callarme. Es fácil quejarse, criticar. Prefiero hacer lo difícil y charlar de cosas más constructivas.
Esa fue la primera pero no la última vez que se lo pedí. El cambio no es inmediato, es paulatino. Aprecio a este colega y pienso que nunca antes había considerado la idea de no criticar o que no era consciente de los efectos invisibles de las quejas. Para él eran gratuitas.
Por eso sugiero que se los digas. No solo con la esperanza de que cambien sus actitudes (que es difícil y está fuera de tu control), si no porque al hacerlo les ofrecés una nueva perspectiva, una nueva forma de ver y de hacer, que tal vez antes no conocían. Y tal vez, con el tiempo, te lo agradezcan.
2. Imaginá que estás cubierto con un impermeable – “Oídos sordos”
Si lo anterior no es posible, adoptá la estrategia de “oídos sordos”. Imaginá que tenés puesto un impermeable que te protege de pies a cabeza de la lluvia de negatividad (gracias al libro Cambiá tu vida construyendo autoestima de Tatiana Borgstrom por esta idea).
Al ignorar estas conversaciones, vas a quedarte afuera de muchas internas. Mejor eso a que quedar atrapado en la red de chismes. No caigas en esa. Es demasiado fácil. Cualquiera puede conectar con alguien a través de un enemigo en común.
Vos pensá: si no pudieran juzgar a nadie, ¿qué quedaría entre vos y esa persona? ¿Quedaría algo? ¿Quedaría amistad, temas en común?
Vas a quedar de lado pero no te preocupes. Solo te vas a perder más chismes. Pero de a poco, vas a ir ganándote el respeto de los demás —y tuyo propio— justamente por no participar en lo mezquino.
Fijate si podés encarrilar la conversación hacia otro lado. Hacelo sin que se den cuenta. Contá una anécdota o planteá alguna pregunta un poquito más profunda. Proponé vos los temas que te interesan.
Lo que más me gusta a mí es preguntarle a las personas sobre su vida. Así, de una. Si les preguntás de forma directa, te juro que te cuentan.
Hacelo cuando estén solos. Pocas veces nos animamos a preguntar, pero cada tenemos una necesidad imperiosa de hablar, de contar quiénes somos, de dónde venimos y cuáles son nuestros sueños.
Construyamos amistades genuinas, humanas. Si no, son solo “amistades”, así, entre comillas.
3. Buscá alternativas
Si nada de eso funciona y realmente la estás pasando mal, averiguá cuáles son las posibilidades de irte. No siempre se puede ni es algo inmediato, pero empezá a buscar alternativas lo antes posible.
Existe algo peor que pasar el día entero en un ambiente nefasto. Es pasar el día entero en un ambiente nefasto hoy y mañana y pasado, sin posibilidad de cambio. Por eso, buscá alternativas. Al menos te vas a sentir en control.
Si no podés irte por motivos que están fuera de vos, pasá el menos tiempo posible ahí. Sumergite en actividades que te llenen de energía en tu tiempo libre.
Tal vez eso implique sacrificios como levantarte más temprano. Encontrá lo que te recargue con toda la magia posible y hacelo.
¡Te deseo la mejor de las suertes! Este es un tema muy difícil. ¿Alguien más tiene otro consejo?
Deja un comentario