¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Por qué y para qué estoy acá? ¿Existe Dios? ¿Qué es el arte? ¿Cuáles son mis valores? ¿Qué significa ser exitoso? ¿Y normal? ¿A qué le tengo miedo?
Ah.
Las preguntas existenciales.
Son siempre eternas, por suerte. Un amigo, curioso de saber porque eso me parecía algo bueno, me preguntó:
¿Por qué es bueno que una pregunta existencial sea eterna?
Porque —para bien o para mal— son siempre las mismas, y las tenemos que responder una y otra vez.
Es en acto de responderlas —en el acto de reflexionar activamente acerca del significado de la vida y otras vertientes— en donde uno construye el propio significado de la vida. Sin las preguntas no hay vida, solo hay pasividad. Solo se sobrevive, en vez de vivir.
Y gracias a Dios son eternas, porque si fuera solo cuestión de responderlas una vez, entonces goddamit, que llano sería todo. Que fácil, cínico y aburrido. Es en el movimiento que se genera al responder estas preguntas existenciales en distintos momentos de la vida en donde uno crece y conoce.
¿Frustrante? Sí. Es muy frustrante que sean eternas, que no haya una sola constante… pero es también esperanzador. Significa que las posibilidades son infinitas.
Deja un comentario