Sos lo que hacés. La pregunta entonces es: ¿quién querés ser? Una vez que elijas, te hacés dueño de tus acciones. Es decir: de tu rutina.
“We are what we repeatedly do. Greatness then, is not an act, but a habit.”
― Will Durant
Tener una rutina útil se resume a qué es importante para vos. ¿A qué aspirás? ¿Quién querés ser? ¿Cómo querés que sea tu vida?
Después es cuestión de priorizar. Pero antes de priorizar hábitos, hay que priorizar valores.
Empecemos
¿Qué te hace falta en tu vida? ¿Qué áreas quisieras trabajar? Puede ser la social (salir, pasar más tiempo con amigos y familia), el trabajo (dedicarle más horas, ser más organizado, cambiarlo), la salud (hacer ejercicio, comer mejor), la creatividad (ir a clases, aprender algo nuevo, animarte a mostrar lo que hacés), la pareja (organizar planes diferentes, tener conversaciones más profundas), la autoestima (aprender a quererte, pasar más tiempo sola, escuchar lo que te dice tu mente)…
Conectar el valor y el hábito aumenta la posibilidad de que el nuevo hábito dure. Es la diferencia entre salir a correr 3 veces por semana (hábito) y priorizar la salud (valor). Si ambos están alineados, es más fácil mantener tu nueva rutina porque la motivación viene desde un lugar más profundo.
Si tenés en claro cuál es el valor, eso mismo te va a seguir impulsando aunque te dé fiaca o hayas interrumpido tu nueva rutina después de pocas semanas. Sabés que así como frenaste, se retoma. No es cuestión de cumplir los hábitos a raja tabla, si no de entender y escuchar la motivación de fondo y dejar que ella te siga guiando.
El objetivo de una rutina es automatizar esas decisiones y ahorrarnos la lucha mental de todos los días que se pregunta: ¿lo hago o no lo hago?
—No lo pienses. Hacelo y ya está— me dijo mi hermana una vez cuando me vio vestida de gimnasia, dando vueltas por la casa, y posponiendo lo inevitable.
Ella sabe de lo que habla: juega al hockey y ya entrenaba 3 veces por semana antes de saber a resolver ecuaciones. Desarrolló la disciplina de hacer ejercicio —hiciera frío, calor, aunque lloviera, le doliera la panza o no tuviera ganas— durante años. Además, tiene un equipo y un entrenador que le sirven como monitores externos.
Para mí, que no tenía que explicarle a nadie porqué no había salido a correr, achancharme era una tentación mucho más palpable. Engañarse es fácil: todo se puede justificar. La mente, en estos casos, es escurridiza y por eso no hay que dejarla elegir.
¿Qué te sirve a vos?
Si mantengo mis promesas, entonces es útil salir a correr sola.
Si no, mejor asegurarme de tener monitores externos que me ayuden a cumplirlas: unirme a un equipo o anotarme en un gimnasio.
¿Qué es lo que funciona mejor para vos? Si conocés cuáles son tus puntos débiles, podés cambiar tus circunstancias. Por esto mismo avisé en público que iba a escribir acá todos los días. No lo cumplí siempre, pero la presión de haberlo anunciado y la humillación de abandonarlo a la mitad me ayudan a seguir cuando la fiaca me suspira al oído.
Decidí no decidir
Ese es el punto: decidir hasta no tener que decidir más. El objetivo de tener una rutina y elegir los hábitos es automatizarlos hasta no tener que elegir más. ¿Dudás si lavarte los dientes tods las mañanas? No (¡espero!). Ni lo pensás. Salís de la cama y te metés el cepillo en la boca, estés en tu casa, en la de una amiga o de viaje.
Cada uno con lo suyo
No hay un único mapa de ruta, algo que funcione para todos. Lo mejor para es probar diferentes cosas y ver qué te funciona. Saber cuáles son los valores que querés priorizar no es fácil. Podés empezar con estas preguntas:
- ¿sos de los que madrugan o se van a dormir de madrugada?
- ¿te gusta hacer las cosas de a una y bajo presión, o un poco cada día?
- ¿te sentís más cómodo con lo familiar o lo novedoso?
- ¿sos de los que accionan o de los que reaccionan?
Incorporar nuevos hábitos exige 1) decisión y 2) autocontrol, pero después se internalizan. “Decido y después no decido: conscientemente, y después inconscientemente” dice Gretchen Rubin en su libro Better Than Before.
Tener buenos hábitos —elegidos con conciencia y puestos en práctica—nos ayudan a ir en dirección del progreso, de forma confiable, gradual y consistente.
(Para profundizar, el libro Better Than Before de Gretchen Rubin es muy útil. Su quiz de las 4 Tendencias me ayudó a entender qué es lo que funciona mejor para mí y cómo optimizar tiempo, recursos y esfuerzos para lograr mis objetivos.)
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