Recibí un mail de una lectora: Hace un mes que no recibo la newsletter, decía.
Le quiero decir que no es por un problema técnico. Es porque hace un mes que no la escribo. Y es porque hace casi un año que no escribo nada en el blog.
Así que acá estoy, pensando en cómo decir esto.
Quiero dar una explicación por mi ausencia.
Me ha pasado de seguir a personas, leer sus blogs, etcétera, y que desaparezcan. Es raro. No está bueno. Uno se compromete con el otro, quiere explicaciones. Aunque me sienta un poco extraña escribiendo esto (“¡¿a quién le va a importar?!”) lo hago porque es es un ida y vuelta.
Esto va a ser un poco largo, porque quiero ser clara y honesta y no sé cómo contarlo sin dar un poco unos pasos atrás y contar toda la historia:
Empecé con Persigo la Magia en el 2017, cuando vivía en una ciudad minúscula en Italia. Me sentía sola. Lo que me motivaba, movía e impulsaba no era lo que motivaba, movía o impulsaba a quienes me rodeaban y eso me hacía preguntarme si estaba loca. Me sentía constantemente un pez fuera del agua. Un sapo de otro pozo.
Durante esa época, leía mucho acerca de la creatividad, el emprender y el autoestima. La compañía que me faltaba en esos años la encontré en los libros. Con ellos no me sentía rara.
Y así fue, en ese contexto, que empecé con Persigo la Magia. No tenía dónde volcar todas estas curiosidades, así que me inventé el espacio.
Escribí mucho—sobre la creatividad, sobre el autoestima, sobre el animarse. De a poco, aparecieron lectores y empecé a sentir compañía también en las personas del otro lado de la pantalla.
Lo que escribí —lo veo con claridad ahora— eran mensajes para mí misma. Mensajes que decían: abrite. Mostrate. Compartí. Valorate, como persona, como creadora. Confiá en que lo que tenés para compartir es importante. Date el permiso de sentir, de crear, de hacer lo que te da miedo. Animate.
Me sentía sola y con el blog, con los lectores, con los videos, con el podcast… me sentí menos sola y más valiente. Hasta organicé workshops para conocer a los lectores en persona, que me dieron una alegría inmensa. Para eso es, ¿no? Para conectar con el otro. Para reconocernos como seres humanos que sentimos, vivimos, estamos acá. Yo te veo, y vos me ves.
Todo ese proceso que empezó con Persigo la Magia, sumado a otras cosas, me ayudaron a darme cuenta de que lo que yo necesitaba no estaba en Italia. Por eso, con mucha dificultad y tristeza y confusión, tomé la decisión de dejar esa vida y mudarme.
Decidí empezar de nuevo, enfrentarme a la incertidumbre de cero y ver qué pasaba si venía a Barcelona.
Cuando me preguntaban porqué Barcelona, mi única respuesta —la única que me parecía lo suficientemente honesta— era que tenía la intuición de que en Barcelona podrían suceder cosas. ¿Qué cosas? Ni idea. Tal vez ni siquiera existían. Tal vez las tendría que inventar. Pero algo me decía que las encontraría ahí.
Y desde que dejé Italia, dejé de publicar en el blog. 1 año.
Y es que todo lo que leí en Italia, todo lo que quería cuando me sentía sola: estoy viviendo todas esas cosas en carne propia. Investigar acerca de la creatividad, el autoestima, el amor, la valentía, el arte… fue una experiencia teórica que me preparó para lo de ahora. Estoy en la parte del proceso ahora de llevar esa teoría a la sangre, a la piel, a los músculos—hacerla mía, hacerla real.
Ya no me siento sola, ni me siento loca.
Los mensajes que me mandé a mí misma se están concretando en la vida real.
Soy la misma Sharon de siempre, pero con el permiso de ser más redonda, más completa, más honesta, más 3D, más valiente. Los mensajes que me escribí plantaron semillas y algo está germinando. No sé qué es. Evolución. Crecer. Transformarse.
Me di el espacio de ver en qué me transformaba—y en qué me sigo transformando aún.
Y bueno. Mi forma de lidiar con esto fue desaparecer…
Y ahora seguir con el blog, o con la newsletter, como si no hubiera pasado nada, se siente deshonesto. Se siente también como meter mano en un pasado lejano, que me da un poco de claustrofobia.
¿Tiene sentido compartir esto que es nuevo en Persigo la Magia? me pregunté mil veces. El blog ya tenía una estética, una voz, un estilo, temáticas delineadas… Y esa rigidez no me inspiraba.
La Sharon que escribió todo eso sigue siendo parte de mí, obvio, pero ya no me siento identificada con ella, su situación o el lugar desde el que habla. Es la piel de la serpiente que quedó en el camino. Me recuerda a una etapa que respeto mucho —porque construyó una base sobre la cual construir, por todo el amor que también me dio— pero que ahora siento vieja.
Pensé tantas veces en obligarme a escribir. A diseñar “estrategias de contenido”. A rediseñar el blog, a ver si un cambio de look me inspiraría. Pero no. La verdad es que no tengo ganas. Por alguna razón, no tengo ganas de escribir en el blog.
Los mismos temas me siguen inspirando… La creatividad, el autoestima y la valentía son ejes centrales en mi vida y los persigo a donde vaya. Pero como no encuentro cómo volcarlos en PLM, encontré otras formas de saciar esa sed y explorar esos espacios (ya les contaré más adelante).
Estoy también con proyectos personales. Escribiendo mucho, pero con la necesidad de hacerlo en la oscuridad. Tengo cuadernos y cuadernos escritos a mano, y tantas cosas que encontré y quiero compartir, tantas cosas hermosas, epifanías, tanto, tanta, tanta magia pero que:
1) no sé cómo compartirla en el blog, porque es diferente a lo que hice antes, y me da miedo que los lectores que ya me conocen se aburran y digan “qué flasheás” y
2) necesito escribir de nuevo para mí, que surja de una necesidad genuina. Incluso también en formato que no sea blog. Quiero asegurarme de que mi mirada es la mía, y que no está contaminada por lo que podría ser una estrategia para conseguir likes o seguidores (el ego, el egooooo). No me interesa eso. Lo único que quiero es crear cosas que sean reales, que muevan, que tengan valor y que hayan sido creadas con motivos para mí honestos.
Así que todas estas palabras para decir que no sé muy bien qué decir, o qué va a pasar.
Crear, voy a seguir creando… siempre. Solo que no sé en qué se va a transformar PLM, qué va a pasar con el blog.
Pero si lo que encontraste acá te dio alivio alguna vez, te inspiró de alguna forma, o te llegó… entonces quiero que sepas que ese es mi objetivo para toda mi vida. Soy una hacedora y necesito comunicar la magia que encuentro en la vida—y encontrar la encuentro cada día.
Tal vez eso no significa que van a haber nuevos posts en el blog. Pero sí significa que estoy constantemente ideando y creando cosas que tendrán esas características.
Me encantaría saber que pensás. Contestame y dame un poco de amor, contame de vos, decime qué te pasa, si alguna vez te pasó algo así, de sentir que te transformaste y no saber cómo hacer para seguir adelante. Contame cómo hiciste.
Perdón por haber desaparecido. Perdón por seguir desaparecida. Más aún: gracias por estar del otro lado leyendo esto.
Estoy a un mail o un DM de distancia.
Beso enorme,
Sharon
Nadie says
Ojo que la obsesion por ser “genuino” es una afectacion hipster tambien
Martina says
Sharon,
¡Gracias, gracias y gracias! Es lo único que me sale cuando profundizo con palabras como éstas, que no me hacen sentir justamente (como vos dijiste) un pez fuera del agua. Dar una pausa, finalizar, son decisiones valientes cuando de pasión se trata.
Decirte que tanto este sitio como tu cuenta de Instagram, me animan muchísimo a este objetivo que nos nace a pocos, de verdaderamente impulsar a otros a encontrar la magia en esta vida, canalizar de la forma que nos salga pero la más pura y con amor; las palabras, la literatura y la increíble meditación que (a veces sin darnos cuenta) nos lleva a cabo.
¡Saludos desde Mendoza! Un tanto lejos pero acá me siento más cerca 🙂
Sharon Borgstrom says
Gracias Martu! Tus palabras a mí me hinchan el cuore y me hacen sentir incluso MÁS conectada aún. Es lo mejor de tener este blog. GRACIAS!