Llega fin de año y es inevitable. Todos lo pensamos. ¿Qué objetivos mantuve este año? y ¿cuáles quiero para el año que viene?
Propongo una alternativa diferente. Pero primero, diferenciemos:
Los 2 tipos de objetivos
Por un lado, tenemos los objetivos que le ponen foco al destino (y de los cuáles no tenemos control):
- quiero pasar todas las materias con 10
- ahorrar ____ plata
- conseguir millones de seguidores
Por el otro, objetivos que se enfocan en el proceso (de los cuales sí tenemos control):
cada día, quiero sentirme…
- bien
- agradecida
- creativo
- conectada
- inspirada
De estos vamos a hablar. De los que se enfocan en el proceso.
Los objetivos interiores, de proceso:
Responden a estas preguntas:
¿Cómo querés sentirte? ¿Qué emoción querés vivir cada día?
Si no sabés qué querés sentir, una buena forma de llegar a la respuesta es repasando este año que pasó.
¿Te pareció que fue todo siempre muy igual e insulso? Entonces tal vez lo que necesites es sentirte creativo. ¿Pasaste horas comparándote? Entonces la clave es generar una práctica que te conecte con vos mismo. ¿Estuviste siempre a las corridas? Entonces cultivá el hábito de frenar y dar las gracias.
Los beneficios de enfocarse en objetivos interiores
Están bajo tu control, a diferencia de los exteriores.
Son más fáciles y manejables. En lugar de abrumarte pensando en cómo publicar tu novela cuando todavía no sabés cuál va a ser la trama, concentrate en generar esa sensación que te dan ganas de escribir.
El tercer beneficio -y más importante- es que lograr ese estado es lo esencial. Una vez que estés ahí, las cosas van a fluir sin esfuerzo. Por ejemplo, si querés dedicarle más tiempo a tu arte, en vez de establecer el objetivo externo de hacer 20 obras en el año, elegí en vez el objetivo interno de sentirte inspirada cada día.
Tal vez sea imaginando la sensación de tocar el pincel con los dedos, sintiendo el olor de la pintura o recreando mentalmente las obras de tus artistas favoritos…
Cuando llegues a ese estado de ánimo, las ganas te van a surgir de adentro y van a fluir sin ningún esfuerzo. Vas a querer anotarte en talleres, comprarte pinturas, llevar tu cuaderno de bocetos en la mochila… No lo vas a sentir como una tarea que tenés que cumplir porque una noche de diciembre te obligaste.
Primero nace lo de adentro y después se genera la acción afuera. No al revés.
Entonces:
¿Cómo querés sentirte el año que viene?
¿Qué emoción querés sentir cada día?
Anónimo says
El mejor tipo de objetivo para mí es el que genera un retorno a partir de un habito ocupado en el exterior. Hay varias formas de llegar a lo que te planteas, y en mi opinión creo que hay formas físicas de llegar a ellos más haya de mentales/emocionales; son las acciones las que nos transforman, los trenes racionales y emocionales que cabalgamos dan vueltas en circulo; el verdadero control sobre uno mismo se da cuando uno controla, mantiene, y crece, lo que tiene a su alrededor. El humano necesita ocuparse de algo y centrar el foco en uno mismo crea un loop de feedback que te destruye, ocuparse en el afuera requiere de practicas, habitos, y el desarrollo de fortalezas que endurecen el cuerpo y el espíritu.
Sharon Borgstrom says
Yo también creo que elegir objetivos concretos y externos sirve un montón. ¡Por algo estoy escribiendo un post por día en este blog, durante un año! Pero como cultura a veces nos obsesionamos demasiado con las cosas externas y vale la pena darle bola a lo de adentro también. Por eso lo propuse como una alternativa. Las dos funcionan.
Hay incluso otros momentos donde lo mejor es no establecer ningún objetivo también. Lo importante es conocer qué distintas alternativas hay e ir probando qué es lo que más le sirve a uno en ese momento.