Tengo esta guía escrita y colgada en la pared frente a mi escritorio. Es fácil dejarse llevar por las quejas en los feeds sociales, las críticas anónimas o el bullying virtual. Estas tres preguntas me ayudan a anclarme en lo que quiero compartir. Antes de publicar algo —una foto, un comentario, un post— pensemos:
1. ¿Es útil?
¿Lo que estoy por publicar le sirve a alguien? ¿De qué forma? Si no sirve pero lo quiero publicar igual, ¿hay alguna forma en la que puedo hacerlo más útil? Acá entra de todo: desde recetas, artículos de wikihow, pasos a seguir, guías de viaje, textos sobre cómo mejorar tu autoestima…
Si querés ser relevante, lo mejor que podés hacer es darle valor a quienes te leen o te escuchan. ¿Qué sería de nosotros sin los artículos sobre cómo arreglar la batería del celular, como usar Photoshop o la forma más fácil de cocinar el arroz?
2. ¿Es inspirador?
Esta se entiende sin que la explique. Todo lo que es arte, entusiasmo, optimismo, inspiración, asombro…
3. ¿Es necesario?
Este es el punto más importante. Es necesario llorar las muertes de las mujeres asesinadas. Es necesario reclamar los derechos de los que están atrapados en el último escalon de los privilegios. Es necesario iluminar las historias de abuso, de corrupción, de enfermedades mentales. No son útiles ni son inspiradoras pero son necesarias.
(Esta última pregunta me la sugirió Fran Ymaz cuando la compartí en mi Facebook. Él se refería a otro tipo de necesarios, como los gifs sin sentido que hacen reír que también cuentan.)
Estas tres preguntas se pueden trasladar también a lo que hacemos en la vida real, lejos de cualquier pantalla.
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