Salgo de casa, decidida a dar una vuelta por la ciudad.
Saludo a la estatua de la pantera, el símbolo animal de la contrada en la que vivo. Siena está dividida en 17 “contradas” —barrios— desde hace siglos, esos mismos barrios que compiten entre sí en la famosa carrera de caballos llamada el Palio. Cada contrada tiene un símbolo, casi siempre animal, y una fuente en donde bautizan a los recién nacidos al grupo, un museo y una iglesia.
Si caminás por las calles de Siena y prestás atención, podés averiguar en qué contrada estás. Las esquinas, las paredes, los bancos te van a indicar con sus símbolos. Tenés que estar atento para notarlos.
Esto es algo que me encanta. Vas caminando por la calle y en estos recuadros, que funcionan como carteleras, te enterás de los próximos eventos que organiza cada contrada. Tal vez estén organizando una cena para recaudar fondos, o una reunión para los socios… Si querés enterarte, acercate a la cartelera. Justo la cartelera de la Pantera está vacía.
Pero, la de la Selva (con el símbolo animal del rinoceronte) está bastante ocupada.
La contrada del Águila, en cambio, llama a todos sus socios para la asamblea general.
La contrada del puercoespín, en cambio, prefiere estar tranquilita y solo recordar a los que pasan por en frente de su última victoria en el Palio.
Hay muchas cosas para admirar de Siena.
Desde lo monstruoso como su famoso Duomo…
…hasta los detalles de sus puertas,
de sus ventanas…
y sus balcones…
A veces, es solamente mirar hacia arriba:
Como en toda Italia, las sábanas saludan desde las ventanas:
así como muchas, muchísimas vírgenes:
Para llegar a la famosa Piazza del Campo, la plaza en el centro de la ciudad y que dos veces al año se convierte en la pista donde corren los caballos en el Palio, hay que pasar por las calles de compras. Via di Città es una, por ejemplo:
Y lo más, más lindo es que podés meterte en callecitas sin saber a dónde te llevan. Podés encontrarte con esto:
O con esto:
El kiosco versión sienés. (¿Venderán choripanes acá?)
El otro día me perdí y terminé acá:
Para una ciudad que podés atravesar de una punta a otra en media hora a pie, no es muy fácil perderse.
Pero lo mejor es ir lento, mirar. Ver cómo el viento saca a bailar un lento a las sábanas que cuelgan y decoran las fachadas.
O ver los detalles de cómo cada uno decora su pedacito de tierra.
Muy probablemente te encuentres con signos más evidentes de la contrada en la que estás vagando.
O algún pedazo de la muralla que rodea toda la ciudad de Siena.
Lo mejor es ir a paso lento.
De a dos, de a tres o de a cuatro.
Sentirte, durante unos minutos, uno más de este pueblo perdido en la cabeza de una montaña en el medio de la Toscana.
Y dejarse maravillar por todo lo que te rodea, que está ahí desde cientos y cientos de años.
Ver también: Siena analógica
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