No me regales flores. Y por dios, no me traigas chocolates. Dame el respeto que me merezco por ser persona. Dame la seguridad de caminar sin tener que agarrar las llaves entre los dedos y dame la protección que no me haga bajar la mirada cuando paso por al lado de un grupo de hombres. Dame la libertad de elegir lo que quiero y lo que necesito y dame el acceso a lo que quiero y necesito. Dame la certeza de que las mujeres de mi vida, las de todo el país, las de todo el planeta, pueden vivir en un mundo que las nutra en vez de que las amenace, desde su apariencia física a su rol en la familia a su desigualdad de ingreso a su decisión de hacer lo que quiera con su cuerpo. Dame todo lo que hace falta para que no tenga que existir más este día en el calendario.
El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer y de los Derechos Humanos, no es un día de festejo. Es un día que trae al frente todo lo (fundamental, necesario, esencial, vital) que queda todavía por hacer. Nos estamos jugando —literalmente— la vida.
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